9 ene 2012

UNA DIETA EQUILIBRADA EN OMEGA-6 Y OMEGA-3 de 1:1 AYUDA A PREVENIR LAS ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES Y MUCHO MÁS


RESUMEN
Para aprovechar los efectos cardiosaludables de las grasas Omega-3 siempre hay que tener en cuenta la suma de las grasas Omega-6 que ingerimos al día. Estudios científicos indican que lo ideal sería volver a un equilibrio entre las grasas Omega-6:Omega-3 = 1:1 como lo ha habido durante los últimos 40.000 años. Desgraciadamente nuestra dieta moderna lleva un fuerte desequilibrio de 10-20:1, contribuyendo así al incremento de las enfermedades cardiovasculares en las sociedades modernas.

El cuerpo humano, con todas sus reacciones bioquímicas, ha ido evolucionando durante los últimos 40.000 años y por lo tanto ha estado acostumbrado a una dieta equilibrada en la composición de sus grasas. Siempre ha habido un equilibrio de 1:1 entre las grasas poli insaturadas y las saturadas y de 1:1 entre los Omega-6 y Omega-3.
Este equilibrio natural se ha conservado en la composición de las grasas de los animales salvajes que tienen, hoy como ayer, su propia dieta en su hábitat natural. También los huevos de las gallinas y otras aves salvajes llevan este equilibrio entre las grasas Omega-6 y Omega-3 de 1:1.
Por otra parte, la carne (de ganado) y los huevos de granja y producción intensiva muestran un desequilibrio de Omega-6 y Omega-3 de entre 30:1 a 10:1. La diferencia entre la composición de la grasa entre los animales salvajes y la del ganado radica en el pienso que ingieren estos últimos. Un pienso demasiado rico en grasas/aceites vegetales (Omega-6) y pobre en Omega-3. Un pienso que tiene poco que ver con la alimentación natural de los animales.

Nuestra dieta moderna se caracteriza por:

* Alta densidad de energía
* Demasiado Omega-6 y poco Omega-3 (10-20:1)
* Mucho ácidos grasos saturados y menos ácidos grasos poli insaturados (~1:0,7)
* Poca fibra
* Más azúcar y aceites refinados

Existen, básicamente, tres clases de grasas: las saturadas, las mono insaturadas, las poli insaturadas. Dentro de las grasas poli insaturadas encontramos las grasas Omega-6 y las Omega-3.
Para entender lo positivo de los ácidos grasos Omega-3 hay que conocer los efectos de los ácidos grasos Omega-6.
Los Omega-6 están presentes en todas las células de las plantas y animales terrestres y, junto a otras sustancias, son los responsables de evitar una salida “incontrolada” del agua y la deshidratación de nuestro cuerpo.
Las plantas (algas) y animales que viven en el agua no necesitan esta protección por lo que son más ricos en grasas Omega-3.
Además, una parte importante de los Omega-6 se transforman, en nuestro cuerpo, en un grupo de sustancias conocidas como Prostaglandina, Leucotrieno y Tromboxan, las cuales son pro-inflamatorias y por lo tanto provocan inflamaciones (crónicas) así como trombosis, tensión alta, asma, arteriosclerosis, niveles elevados de colesterol y triglicéridos, etc.

El efecto más importante de los Omega-3 respecto a la prevención de las enfermedades inflamatorias y cardiovasculares es su capacidad de bloquear la transformación de los Omega-6 en las sustancias pro-inflamatorias.
Este bloqueo tiene una serie de efectos positivos para nuestro sistema cardiovascular:

  • Reduce la viscosidad y el riesgo de coagulación de la sangre (trombosis), es decir, reduce el riesgo de infarto o la intensidad de éste.
  • Reduce el nivel de Triglicéridos.
  • Cambia  de una manera muy positiva la composición del colesterol (sube el HDL y baja el LDL).
  • Reduce la tensión arterial
  • Previene o reduce la intensidad y duración de enfermedades inflamatorias crónicas como artritis, asma, psoriasis...
  • Reduce los niveles de la insulina y así el riesgo de diabetes (tipo II)

Pero los Omega-3 (el EPA y DHA) no solamente son buenos para nuesro sistema cardiovascular sino también para nuestro cerebro. Son la forma más natural para tratar muchas formas de depresiones, hiperactividad, falta de concentración, demencia y hasta Alzheimer. Son muy importantes para la salud visual como por ejemplo para el tratamiento de “ojos secos” o de retinitis pigmentosa. Ayudan a las mujeres a vivir con las molestias pre-menstruales y en la fase post menopáusica. También ayudan a prevenir ciertos tipos de cáncer, como el de mama, de próstata y de colón.

De todas maneras, hay que saber que, los Omega-3 sólo tienen estos efectos positivos si no hay un exceso de Omega-6. Hay que mantener el equilibrio de Omega-6 y Omega-3 de 1:1.

Debido a la fuerte introducción de las grasas vegetales (especialmente el aceite de girasol/margarina), ricos en Omega-6, en nuestra dieta y al mismo tiempo el aumento del consumo de carne de ganado también rico en Omega-6, en los últimos 100 años, el equilibrio entre Omega-6/Omega-3 de 1:1 que llevábamos durante toda nuestra evolución ha cambiado bruscamente hasta llegar a un desequilibrio de 10-20:1
Es decir, ofrecemos a nuestro cuerpo de 10 a 20 veces más sustancias que provocan inflamaciones y favorecen el desarrollo de enfermedades cardiovasculares que productos que puedan controlar la formación de dichas sustancias perjudiciales.

Así pues:
  • La mejor dieta es una dieta equilibrada, rica en fibra, verduras y frutas. Poca carne, mucho pescado (azul), huevos equilibrados en Omega-6/Omega-3 y aceite de oliva virgen. Es decir, una dieta de tipo mediterráneo original.
  • Limitar el consumo de alimentos ricos en grasas Omega-6 como aceite de girasol, aceite de maíz, carne y productos cárnicos.
  • Limitar el consumo de productos ricos en grasas saturadas como carne, mantequilla, queso.
  • Alimentos enriquecidos con Omega-3 no deberían aportar mucha más cantidad de Omega-6 que de Omega-3.
Os deseo a todos un FELIZ 2012!!!
Hasta pronto ...