14 mar 2012

OMEGA 3 Y EL SISTEMA INMUNOLÓGICO



El día 2 de febrero 2012 recibí un mensaje de Irene que me preguntaba si los omega-3 mejoran el sistema inmunológico y si hay estudios científicos sobre este tema.

Este es un tema muy interesante, pero también complicado y todavía poco entendido. Antes de entrar en este tema tenemos que entender un poco lo que es el sistema inmunológico y para qué sirve. El sistema inmunológico está compuesto de células especiales, proteínas, tejidos y órganos que nos defienden cada día contra las bacterias, virus y lesiones. Los trastornos crónicos del sistema inmune pueden dar lugar a enfermedades inflamatorias como la artritis, el asma, eczemas, alergias, cáncer y enfermedades autoinmunes. Enfermedades autoinmunes son, por ejemplo, la tiroiditis de Hashimoto, la artritis reumatoide, la diabetes mellitus tipo 1 y lupus eritematoso sistémico. Todas las enfermedades autoinmunes tienen en común que el sistema inmunitario de la persona afectada ataca, por error, su tejido sano y al final lo destruye.

Se sabe que los ácidos grasos omega-3, especialmente EPA y DHA (pero no ALA vegetal) tienen un efecto supresor sobre el sistema inmunitario y por lo tanto reducen las inflamaciones.

El mecanismo es casi siempre lo mismo: primero hay un invasor patógeno que entra en nuestro cuerpo y causa una lesión. La respuesta de nuestro sistema inmunitario es una inflamación. Esta inflamación arranca por un grupo de hormonas llamado “IgE’s”. Los IgE’s liberan los eicosanoidos y citoquinas, ambos pro-inflamatorios y procedentes de los monocitos circulantes en la sangre.

Los eicosanoides como las prostaglandinas PGE2 (procedentes de los ácidos grasos omega-6, especialmente el ácido araquidónico, AA) causan fiebre, dilatación de los vasos sanguíneos y dolor. Las citoquinas, como IL-6, IL-1 beta y los interferones también son fuertemente pro-inflamatorios.

Durante el proceso de inflamación se liberan también unas sustancias llamadas TnF-alfa que favorecen el crecimiento y multiplicación de las células. Lo que tiene sentido porque por un lado hay que multiplicar las células del sistema de defensa y por otro hay que reparar el tejido dañado durante el proceso. La gran desventaja del TNF-alfa es que si su concentración es elevada durante largas épocas (por ejemplo en el caso de inflamaciones crónicas) se estimula también el crecimiento de células de cáncer.

La pieza antagónica natural a los IgE’s pro inflamatorios son los IgG que liberan las prostaglandinas anti inflamatorias (PGE3) procedentes de los ácidos grasos Omega-3, especialmente del ácido graso EPA.

Un sistema inmunológico sano lleva un equilibrio entre IgE y IgG.


Pero en realidad, para la mayoría de las personas viviendo en los países industrializados, este equilibrio ya no existe. Hoy en día tenemos en nuestro cuerpo mucho más IgE pro-inflamatorios que IgG anti-inflamatorios. ¿Por qué?


Una de las causas es la siguiente: la cantidad absoluta de IgE en nuestro cuerpo depende, entre otras cosas, de la cantidad de ácidos grasos Omega-6 en nuestra dieta, especialmente del ácido graso araquidónico (AA). Cuanto más AA ingerimos, más IgE se forma y por lo tanto más eicosanoides y citoquinas pro-inflamatorias son producidas. Esto favorece las inflamaciones crónicas, alergias y ciertas formas de cáncer.

Otros factores que favorecen la producción de IgE son:


• Algunas vacunas.

• Ciertos antibióticos – especialmente durante el embarazo y los primeros 3 años de la vida.

• La contaminación del aire.


Pero volvamos a la dieta. El impresionante aumento de ácidos grasos Omega-6, especialmente el AA, en nuestra dieta durante el último siglo cambió nuestro equilibro natural entre IgE y IgG dramáticamente. Hoy en día los IgE’s dominan sobre los IgG’s lo que explica el fuerte incremento de las personas que sufren alergias, eczemas, asma y enfermedades autoinmunes.

La mala noticia es: una vez roto este delicado equilibrio y las IgE dominan la situación, el proceso es prácticamente irreversible.

La buena noticia es: si podemos provocar este desequilibrio con una mala dieta pobre en omega-3 y demasiada rica en omega-6, deberíamos tener la posibilidad de mejorarlo a través de una dieta sana con poco ácido graso araquidónico (AA) y rica en omega-3.

Ahora, después de haber discutido un poquito sobre el sistema inmunológico, la importancia del equilibrio de IgE’s y IgG’s y su dependencia a los ácidos grasos omega-6 y omega-3 en nuestra dieta podemos acercarnos a dos preguntas importantes:

¿Podemos debilitar nuestro sistema inmunológico con la ingesta de EPA y DHA?


La respuesta es: Sí, lo podemos – pero depende de la cantidad EPA y DHA ingerida.

De hecho, parece que este efecto empieza ser medible con más de 900 mg de EPA o 600 mg DHA por día (Literatura 1).


La segunda pregunta es:


¿No será peligroso debilitar nuestro sistema inmunológico con altas cantidades de EPA/DHA?

Para todas aquellas personas que sufren de inflamaciones crónicas y enfermedades autoinmunes un enfoque terapéutico reduciendo el AA y aumentando los EPA y DHA en su dieta es muy recomendable.

Sin embargo, para la inmensa mayoría del resto de la población la respuesta no es tan fácil.

Por un lado sabemos que podemos suprimir nuestro sistema inmunológico y por lo tanto sus síntomas como hinchazón, calor, rojez, el dolor… simplemente por ingerir menos omega-6 y aumentar (drásticamente) la cantidad de omega-3 en nuestra dieta.

Nota: Tenemos que recordar que necesitamos por lo menos 900 mg EPA o 600 mg DHA por día para ver los primeros efectos sobre nuestro sistema inmunológico. Esto es muchísimo, si pensamos que la persona media solo tendrá 50 a 200 mg EPA+DHA en su dieta diaria.

Pero suprimir nuestro sistema inmunológico tiene también desventajas. Por ejemplo, nuestro cuerpo será más vulnerable frente a las bacterias, virus y otros patógenos (Literatura 2). Además debilitamos nuestro sistema de defensa natural, responsable para la identificación y destrucción de las células cancerosas en nuestro cuerpo. Por otro lado, sabemos que una vez que la célula cancerosa ha tenido la oportunidad de desarrollarse, es el EPA y el DHA que puede disminuir o suprimir su crecimiento y la metástasis. Así es como siempre es en la naturaleza. No hay mal, sin bien - y no hay bien, sin mal.

Omega-6 (AA, "negativo") y Omega 3 (EPA, DHA, "positivo") debe estar en un equilibrio en nuestra dieta y en nuestro cuerpo.

Como todo en la naturaleza, un exceso de cualquier cosa (sea por ejemplo agua, alcohol o grasas saturadas, omega-6 u omega-3) se convierte a partir de una cierta cantidad en un peligro.

¿Qué decía "Paracelsius (1493-1541) " el farmacéutico/médico famoso que vivió hace 500 años?:

“Todo es veneno, solo la cantidad determina si una sustancia debe ser considerada como tóxica o no ".

Muy bien dicho: a pesar de que hasta el momento no se han encontrado efectos negativos secundarios de los ácidos grasos omega-3 para cantidades que llegan hasta 3 g EPA+DHA al día (considerado “GRAS” por el FDA de EEUU), no estaría mal recordar a Paracelsius que decía también:”Lo que cura un hombre también le hace daño”

Un fuerte exceso de ácidos grasos omega-3 y muy poco omega-6 en nuestra dieta, teóricamente, puede suprimir nuestro sistema inmunológico hasta el extremo de poder caer enfermo o morir a causas de infecciones comunes. No hay evidencia ninguna para esto – pero en teoría no se puede negar.

Por otro lado, una dieta demasiado rica en omega-6 y pobre en Omega-3, que ya tenemos desde por lo menos los últimos 50 años, ha resultado, en una parte de la población un constante crecimiento de enfermedades cardiovasculares, mentales e inflamatorias crónicas como asma, artritis, alergias, eczemas, infartos, etc.


Resumen:

a) Sabemos sin duda que un exceso de ácidos graso omega-6, especialmente el ácido araquidónico (AA) procedente de productos cárnicos, huevos y productos lácteos, en nuestra dieta es una de las causas y/o promotores de muchas enfermedades inflamatorias crónicas discutidas en este blog.

b) Sabemos que reduciendo los Omega-6 y aumentando los Omega-3, especialmente los EPA y DHA (900 mg y 600 mg al día, por lo menos) puede empezar a suprimir nuestro sistema inmunológico. Lo cual es deseado y utilizado como terapia para personas que sufren inflamaciones crónicas y enfermedades autoinmunes.

c) Para personas sanas no es recomendable ni el exceso de Omega-6 ni el de Omega-3 en su dieta. Tenemos que encontrar el equilibrio natural de estas grasas en nuestra dieta. Para la mayoría de las personas con una dieta moderna esto significa reducir la ingesta de omega-6 (especialmente el ácido araquidónico. AA) y aumentar la ingesta de omega-3 (EPA y DHA). Este aumento puede ser por comer por lo menos 4 platos de pescado azul por semana o con ayuda de un suplemento Omega-3 de alta calidad.

d) Mientras la cantidad de EPA no alcance los 900 mg al día, o la de DHA a 600 mg al día, no existe ningún riesgo de debilitar su sistema inmunológico.


Entonces Irene, según lo que he encontrado en la literatura científica, parece que los ácidos grasos Omega-3 no “mejoran” el sistema inmunológico en el sentido de que lo hacen más fuerte. Al contrario, si comemos mucho EPA y DHA nuestro cuerpo produce mas IgG anti inflamatorios que frenan nuestro sistema inmunológico. Para una persona que sufre una inflamación crónica o una enfermedad autoinmune, esto sin duda es una “mejora”, porque disminuye sus síntomas. Sin embargo, para una persona sana que solo toma Omega-3 para la prevención, no recomiendo darle más que 900 mg EPA o 600 mg DHA por día.

Referente a las estudios científicos - la verdad es que no hay casi nada. Te he añadido dos referencias al final del texto que en mi opinión son muy interesantes.

Espero que te sirva esta información. Si te quedan preguntas ya sabes como puedes encontrarme.

Un cordial saludo a todos,
Peter.


Literaturas:

1. Institute of Medicine. Dietary Reference Intakes for Energy, Carbohydrate, Fiber, Fat, Fatty Acids, Cholesterol, Protein, and Amino Acids. Washington, D. C.: National Academies Press; 2002. National Academies Press

2. Harbige LS. Fatty acids, the immune response, and autoimmunity: a question of n-6 essentiality and the balance between n-6 and n-3. Lipids. 2003;38(4):323-341. (PubMed)